jueves, 12 de noviembre de 2009

Joaquín Antonio Peñalosa Santillán


Poco, muy poco se ha escrito sobre alguien que mucho escribió y lo que se ha escrito es tan erróneo que en nada dibuja la imagen de Joaquín Antonio Peñalosa, se ha dicho que era obispo o fraile franciscano y ni una ni otra cosa; los potosinos lo sabemos porque lo conocimos, cuando menos lo vimos alguna vez ya fuera en su programa de cinco minutos de felicidad, que en realidad eran como quince, pero siempre amenos llenos amor, con mensajes de crecimiento humano y espiritual, o lo escuchamos en la radio y después lo vimos en Televisión con su programa de temporada navideña, Camino a Belén y sin mencionar su extensa bibliografía; escribió mas de noventa libros, y un sinfín de artículos periodísticos publicados en prácticamente todos los diarios de la localidad.
Sus letras fueron conocidas en prácticamente todo el mundo de habla hispana, sin embargo poco se sabe de su persona y obra humanitaria a favor de la infancia pobre de San Luis Potosí.
Monseñor Joaquín Antonio Peñalosa y Santillán nació en San Luis Potosí el 9 de Enero de 1922, sus padres fueron don Rafael Antonio Peñalosa Sanz y doña Josefina Santillán Bocanegra; por ella le viene el parentesco con Francisco González Bocanegra.
Queda huérfano de padre a muy tierna edad, siendo entonces su madre sostén y guía.
A los 13 años ingresa a la Escuela Apostólica de los Misioneros del Espíritu Santo en Guadalajara, Jal. donde se distinguió por su facilidad en el aprendizaje y dominio del Latín, pero tuvo que regresar a San Luis cuando su madre se enferma, es entonces cuando ingresa al Seminario potosino, de donde lo ordena Sacerdote, el obispo Gerardo Anaya Diez de Bonilla el 1 de noviembre de 1947; su primera misa la celebra en la capilla del convento de las Misioneras del Espíritu Santo y ejerce su ministerio sacerdotal en la Parroquia de San Miguelito y el templo del Sagrario.
En 1952 parte a la Cd. de México donde realiza estudios de posgrado y doctorado en Letras Españolas presentando, en el postgrado, la tesis “Francisco González Bocanegra –su vida y su obra-“ y para el doctorado “Entraña Poética del Himno Nacional”, rindiendo con esto, además, homenaje a su sangre.
En 1957 funda “El Hogar del Niño” donde recibía niños sin recursos y les proporcionaba casa, vestido, alimento y estudio. En la actualidad sigue funcionando esta institución con algunas modalidades, sin perder de vista los principios y espíritu para lo que fue creado.
Aunada a su vocación por el estudio estaba su vocación por la docencia y fue maestro en el Seminario, el Instituto Tecnológico entonces regional, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en los Colegios Motolinía, Sagrado Corazón, Hispano Inglés y el Instituto Potosino de los hermanos maristas y otros más.
Participó en la construcción de dos templos: Cristo Rey y La Anunciación.
Tenía el hábito de escribir todos los días, aún en aquellos en que no sentía inspiración para hacerlo. Siendo seminarista fue descubierto, como escritor, por el Obispo de Monterrey don Guillermo Tritschler y Córdoba, quien recomiendo al Obispo Potosino, don Gerardo Anaya, que apoyara a Peñalosa y gracias a eso se publica su primer libro “Ensayos Poéticos de Manuel José Othón.
En 1948 publica por su cuenta su primer libro “Pájaros de la Tarde”, en 1950 “Invitación a los clásicos”, 1951 “Ejercicios para bestezuelas de Dios”, 1959 “Siete poemas”, 1961 “Canciones para entretener la nochebuena”, 1962 “Sonetos desde la esperanza”, 1963 “Un minuto de silencio”, 1977 “Museo de cera”, 1986 “Sin decir adiós”, 1992 “Aguaseñora”, 1993 “Copa del mundo”, “Cantigas de Santa María”, 1997 “Hermana Poesía”, 1999 “Cantar de las cosas leves” y muchos, muchos mas con una variedad de temas y géneros tan extensos que los hay para todos los gustos, niveles y edades.
Algo observable en su extensa bibliografía es que conforme fue avanzando en edad fue creciendo en sensibilidad y sencillez.
Fue Capellán de la plaza de toros, ovinamente era aficionado a la fiesta brava.
Socialmente se desenvolvía en todos los círculos sociales durante algún tiempo fue el cura de moda entre la clase acomodada que sostenía con sus donativos y limosnas de algunos, a sus niños pobres. Tan estrecha era su relación con la burguesía potosina que de broma o no se le ligaba a la familia mas representativa de fines de los sesentas y principios de los setentas con la frase “Uy no, que darán los Meade y el Padre Peñalosa”.
Joaquín Antonio Peñalosa fue llamado por el Padre Celestial, el 17 de noviembre de 1999 y el cura escritor, como hijo, obediente fue a Él.
La calle donde vivió, en una casita anexa al Hogar del niño, en la entonces Avenida de las Torres se llama hoy Joaquín Antonio Peñalosa .

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Don José Inés Loredo y su famosísima “Carne Asada a la Tampiqueña

Muchos son los potosinos que por falta de oportunidades en estas tierras se ven obligados a emigrar en busca de sustento y desarrollo, tal es el caso de don José Inés Loredo, nacido en San Luis Potosí el 21 de enero de 1902 y a la edad de 13 años emigra al puerto de Tampico Tamaulipas, en 1915, muy probablemente acompañado o acompañando a su hermano mayor Fidel.
Llegando a Tampico comienza a desempeñarse en modestos trabajos de comedor en el Hotel Imperial, de ahí pasa al Café Victoria donde encuentra colocación como camarero (mesero) y posteriormente en el Restaurante Opera, Cabaret Louisiana, los Restaurantes Manhatan, Astoria y Royal, hasta llegar al Hotel Bristol en el año de 1932, que tenía entonces el mejor restaurante de todo el país .
Por su profesionalismo, vocación de servicio y don de gentes, José Inés era ya una persona bien relacionada y apreciada en el puerto. Por lo que fue invitado a participar activamente en diferentes puestos públicos, primero como regidor, después como jefe de la policía y por último presidente municipal de Tampico, Tamps. Cabe mencionar que durante sus gestiones en esos diferentes puestos nunca dejó su trabajo como mesero, incluso se cuenta la anécdota, que siendo presidente municipal, recibió la visita de un alto funcionario del gobierno de Tamaulipas, quien posteriormente fue atendido en el restaurante del Hotel Bristol por el mismo don José Inés, el funcionario aquel no podía creerlo y preguntó a don José la razón de su trabajo y este le contestó que no podía darse el lujo de dejar su trabajo pues con el sueldo de presidente municipal no le alcanzaría para vivir como estaba acostumbrado a hacerlo.
Era la época de bonanza petrolera y las propinas superaban en mucho los sueldos de cualquier profesionista.
En 1939 decide irse a la ciudad de México junto con su hermano Fidel Loredo, los compañeros de trabajo Rodrigo Ramírez , Héctor Crespo y el maestro de cocina Antonio de Rocabruna y Valdivieso, con la idea de fundar un restaurante que inicia en un modesto local en Balderas y Av. Juárez, cercano a la Alameda Central y le pusieron por nombre “Tampico Club”. La cocina estaba a cargo del maestro Rocabruna y Fidel Loredo, la especialidad de la casa fue el “Almuerzo Huasteco” que pronto cobra fama y consistía en Cecina Huasteca (que a diferencia de las cecinas que se sirven en otras partes esta es fresca, suave, jugosa y tierna consistencia) enchiladas verdes, queso asado a la plancha y una casuelita de frijoles negros con epazote, sin faltar el café de olla (que es preparado con canela y endulzado con piloncillo), fue tanta la aceptación de este “Almuerzo Huasteco” que los comensales lo pedían a toda hora, de tal suerte que el restaurante Tampico Club permanecía abierto las veinticuatro horas, es entonces cuando don José Inés Loredo diseña el platillo de Carne Asada a la tampiqueña con un filete delgado y largo de carne asada dispuesto a lo largo de un plato oval, con una guarnición de rajas de chile poblano, enchiladas que de origen debieron ser verdes del tipo huasteco, esto a un lado de la carne y al otro aguacate picado con chile y cebolla, frijoles negros refritos con totopos y queso, a este platillo se le daría un simbolismo, la carne asada al centro representaría al río Pánuco; el platón o plato oval, la zona Huasteca; las enchiladas verdes, los verdes campos de la región; los frijoles negros la tierra fértil y el queso blanco, la pureza de la gente del lugar.
Aún cuando San Luis Potosí lo único que tiene de don José Inés Loredo es su Acta de Nacimiento, honra su memoria sirviendo la Carne Asada a la Tampiqueña, con enchiladas potosinas, como recordando que su creador nació en estas tierras.
La fama del Tampico Club fue tanta que recibía a distinguidos personajes de la política, el arte y los espectáculos, sin faltar por supuesto familias que encontraban en el lugar un ambiente sanamente agradable.
Nacen después otros restaurantes propiedad de don José I. Loredo, como el Restaurante Loredo en la calle de Hamburgo y en 1944 El Mesón del Caballo Bayo, este se especializó en comida mexicana y nadie daba buenos augurios dado que su ubicación era lejana al centro de la ciudad, mas allá del Hipódromo, prácticamente en despoblado, sin embargo ha sido el mas representativo de los restaurantes de don José Inés Loredo cuya fama ha trascendido fronteras.
Y siguieron abriendo restaurantes Loredo hasta crear el Grupo Loredo, que además de operar sus propios restaurantes en diferentes entidades de la República, da servicio a comedores industriales.
En Tampico, Tamaulipas , una escuela primaria tiene su nombre, como en 1973 a una calle del puertose le puso el nombre de José Inés Loredo.
En 1964 Recibió un homenaje por parte de la cámara de restauranteros, de la que fue fundador.
En 1974, la Asociación Nacional de cocineros y reposteros de España le otorgó el título Caballero de la Orden de San Lorenzo y en 1977 la Organización Milano de Italia le otorgó el II Cuoco D’Oro Internazionale. Fue considerado hasta sus últimos días Presidente Vitalicio de la Asociación Mexicana de Restaurantes y presidente de la Asociación de Técnicos Gastronómicos y Hoteleros de la República Mexicana.
La Cámara Nacional de la Industria Restaurantera ha instituido el premio al mérito empresarial restaurantero “José Inés Loredo” a la cocina Mexicana.