lunes, 18 de octubre de 2010

El Mexican Rataplán en el Teatro de la Paz.

Donde los muchachos potosinos conocieron el "Charleston"

Algo había escuchado sobre el Rataplan que no es otra cosa mas que la onomatopeya del ruido de los tambores y es usado para denominar algunas fiestas patronales en España, donde la imagen del patrono se hace acompañar al ritmo de música de percusión y viento, así también se le llama a algunos ritmos afro-antillanos y que los argentinos han puesto de moda entre algunos sectores de la población ávida de cosas nuevas (¿?).
Y traté de recordar donde había visto o escuchado acerca del rataplán, cuando visitaba a mi amigo Luis Fernando García Viera que tiene una impresionante colección de periódicos del siglo XIX y principios del XX que ha puesto a la venta. Entre tanto periódicos, revistas y papeles viejos surgió un volante donde se lee:


¡SIGUE EL BOYCOT!
Lo que en un principio pareció a los católicos una simple medida preventiva contra la libertad del pensamiento y la Religión, va tomando ya cuerpo de doctrina y no hay hogar dé familia católica que no esté cumpliendo religiosamente con esta obligación.
Es la gota de agua que cae hasta perforar la roca, es la disciplina que impone la fe y, que es de una potencia formidable y efectiva. Con valor, firmeza y perseverancia estamos llevando acabo este boycot que nos llevará al triunfo. La única arma que tenemos para defendernos es la del
¡BOYCOT!


NO VAYAMOS AL TEATRO, en el que ya se anuncia el inmoral espectáculo de RATAPLÁN, muchísimo peor que los CINES, a los que tampoco debemos asistir. No usemos automóviles. No viajemos en primera. No compremos dulces, fruta, refrescos, antojos ni cigarros, menos del BUEN TONO. No gastemos en cosas innecesarias. Comamos con sencillez, es más barato el pan blanco que los pastelillos. No compremos flores, libros, música, vestidos, &. No compremos billetes de lotería ni la prensa enemiga del catolicismo.
Crea Usted en nuestro triunfo. Impulse a los cobardes. Sostenga a los débiles
Pase Ud.. esta hoja y todas las de propaganda a sus amigos o vecinos. Una hoja valdrá por muchas. No la destruya, antes haga que la lean todos los que puedan.

Me recordaba el boicot que la “liga de la decencia y las buenas costumbres” hizo de la obra de teatro “La Tarea” cuando estuvo por presentarse en el Cine Avenida por allá de los ochentas o noventas con María Rojo, o cuando intentó presentarse en el Estadio Plan de San Luis “Black Sabat” pero no lograba recordar lo del Rataplán, hasta pedí a mis amigos en el “Face Book” su ayuda para dar con el.
Pues resulta que a fines de la década de los diez del siglo XX vino a México una compañía francesa de teatro de revista o variedades, llamada Bataklán, propiedad de Madame Rassimi que tuvo un éxito arrollador en el gusto mexicano y de ahí le surgió la idea a alguien, de crear, ya en los años veinte, una compañía similar que puso por nombre “Mexican Rataplán” con un bien escogido elenco de bellas actrices y excelentes actores, no todos conocidos pero todos de calidad, iniciaban las funciones un desfile de hermosas señoritas con muy poca ropa y después la variedad con tiples cantando, actores actuando con chispeantes diálogos donde si criticaba a las figuras políticas del momento, sin faltar las frases en doble sentido, cosa inusitada entonces en un espectáculo público, así cuando “El Mexican Rataplán” vino a San Luis, el público potosino pudo conocer a Juanita Barceló y Anita Daniels acompañadas por Lupe Vélez que comenzaba a figurar y actores como el Panzón Soto, el Chato Rugama, Joaquín Pardavé y Pompín Iglesias —el primero— entre muchos actores mas que conformaban la compañía que hizo una muy exitosa temporada en San Luis.
Al respecto escribe Luis Antonio Castro Prieto, autor del libro “Aquel San Luis de los años veinte” (que pueden encontrar en las buenas librerías potosinas):
“Algunas señoras y señoritas de la Acción Católica, ofrecieron boicotear a los que asistieran a esas funciones indecentes para ellas, y acordaron levantar listas negras con los nombres de los hombres que vieran entrar al teatro, para lo cual se estacionaban frente al Coloso de Villerías —Teatro de la Paz—, y los jóvenes de esos tiempos teníamos que hacer gala de astucia para escapar de las miradas de aquellas damitas y pasar a ocupar nuestras butacas cerca de la pasarela para tener el gusto de ver mas cerca a esas esculturales bellezas. Sin embargo, ahí llegamos a ver a algunos señorones y señoras que aparentemente repudiaban el espectáculo, pero iban a presenciarlo ¡Y no se escandalizaban!
En esa temporada conocimos el “Charleston”; hay que recordar que entonces la radio estaba en pañales y no era fácil estar al tanto de las novedades musicales”.
Esa remembranza que hace el Sr. Luis Antonio Castro Prieto se complementa con la hoja volante que las damas “de la vela perpetua” hicieron circular en su afán de boicotear tan “escandaloso” espectáculo allá por los años veinte.