El Daguerrotipo o fotografía primitiva apareció hacia 1824, consistía en captar imágenes sobre una lámina de plata, para ello debía pasar buen rato expuesto el objetivo y la impresión resultaba, con un poco de buena voluntad, aceptable para su época, de ahí se desarrolló la fotografía hasta aparecer el negativo sobre cristal o papel y luego la impresión positiva al papel.
Con esto aparecieron los estudios fotográficos y la fotografía continuaba siendo cara, no cualquiera podía darse el lujo de tener una, pero aparecen los fotógrafos callejeros que en cuestión de minutos tomaban e imprimían la fotografía, todo dentro de su cámara fabricada por ellos mismos y que era a la vez cámara y laboratorio, podía ser transportada con facilidad por una sola persona y operada con tal reducción de costos que permitió a personas de escasos recursos tener una fotografía suya o de sus seres queridos. A estos singulares fotógrafos se les conoció como minuteros, por realizar su trabajo en cuestión de minutos.
Mucho del material fotográfico con que se documenta la historia fue realizado por estos ingeniosos y creativos artistas, alrededor del mundo.
Ya a mediados del siglo XX Las cámaras fotográficas podían se conseguidas con relativa facilidad, los minuteros continuaron trabajando con sus primitivas cámara-laboratorios, pasando a formar parte del folklore lugareño, en San Luis Potosí, en las décadas de los cincuentas y sesentas era común ver a dos o tres minuteros en la alameda, con su escenografía consistente en algún paisaje pintado, un caballo y un pony de madera, ropa y accesorios regionales, una silla con una pantalla atrás para las fotografías tamaño credencial tan solicitadas en esos tiempos.
Recuerdo a muchos compañeros despistados que olvidaban llevar sus fotografías y corrían a la alameda para tomarse las fotos en las que regularmente salían con ojeras por ser tomadas con luz ambiente y llegaban con ellas todavía húmedas a la escuela.
Hoy en día queda un solo minutero en la Alameda Juan Sarabia, el Sr. Martín Govea, hace algunos días fui a tomarme unas fotografías ahí, con la intención de entrevistarlo, cabe decir que ha sido una de las entrevistas mas difíciles que he hecho en mi vida, en fin, llegué hasta la cámara de don Martín y le pedí me retratara y me dijo —cuatro fotos por treinta pesos— me pareció razonable,
—Las quiere tamaño credencial o infantil—
—Credencial está bien—
Me indicó que me sentara en una silla plegable de madera pintada en franjas rojas y amarillas, bajó una toalla que pendía de un bastidor y ya una vez clocado para la foto, don Martín sacó, para mi desilusión, una flamante cámara polaroid de tres lentes y tomó la fotografía como algo natural.
Sobreponiéndome al trauma de no haber sido retratado con la cámara original traté de hacerle plática de una y otra forma y él negándose a entrar en conversación, pero al fin de cuentas supe que esa cámara la había fabricado su abuelo que había sido minutero antes que él naciera, se la había heredado a su padre y su padre a él junto con el lugar “ya acreditado”. Deduje que la cámara-laboratorio era sólo el escaparate y le pregunté el por que del desuso, me dijo:
—ya no hay papel y si lo hay está muy caro y no es de la calidad que necesitamos—
Y eso fue todo lo que indagué del último minutero (original) de San Luis, ahora los minuteros usan cámaras polaroid o digitales, siguen explotando el folklore, en modestos locales y ferias de todos tamaños.
Con esto aparecieron los estudios fotográficos y la fotografía continuaba siendo cara, no cualquiera podía darse el lujo de tener una, pero aparecen los fotógrafos callejeros que en cuestión de minutos tomaban e imprimían la fotografía, todo dentro de su cámara fabricada por ellos mismos y que era a la vez cámara y laboratorio, podía ser transportada con facilidad por una sola persona y operada con tal reducción de costos que permitió a personas de escasos recursos tener una fotografía suya o de sus seres queridos. A estos singulares fotógrafos se les conoció como minuteros, por realizar su trabajo en cuestión de minutos.
Mucho del material fotográfico con que se documenta la historia fue realizado por estos ingeniosos y creativos artistas, alrededor del mundo.
Ya a mediados del siglo XX Las cámaras fotográficas podían se conseguidas con relativa facilidad, los minuteros continuaron trabajando con sus primitivas cámara-laboratorios, pasando a formar parte del folklore lugareño, en San Luis Potosí, en las décadas de los cincuentas y sesentas era común ver a dos o tres minuteros en la alameda, con su escenografía consistente en algún paisaje pintado, un caballo y un pony de madera, ropa y accesorios regionales, una silla con una pantalla atrás para las fotografías tamaño credencial tan solicitadas en esos tiempos.
Recuerdo a muchos compañeros despistados que olvidaban llevar sus fotografías y corrían a la alameda para tomarse las fotos en las que regularmente salían con ojeras por ser tomadas con luz ambiente y llegaban con ellas todavía húmedas a la escuela.
Hoy en día queda un solo minutero en la Alameda Juan Sarabia, el Sr. Martín Govea, hace algunos días fui a tomarme unas fotografías ahí, con la intención de entrevistarlo, cabe decir que ha sido una de las entrevistas mas difíciles que he hecho en mi vida, en fin, llegué hasta la cámara de don Martín y le pedí me retratara y me dijo —cuatro fotos por treinta pesos— me pareció razonable,
—Las quiere tamaño credencial o infantil—
—Credencial está bien—
Me indicó que me sentara en una silla plegable de madera pintada en franjas rojas y amarillas, bajó una toalla que pendía de un bastidor y ya una vez clocado para la foto, don Martín sacó, para mi desilusión, una flamante cámara polaroid de tres lentes y tomó la fotografía como algo natural.
Sobreponiéndome al trauma de no haber sido retratado con la cámara original traté de hacerle plática de una y otra forma y él negándose a entrar en conversación, pero al fin de cuentas supe que esa cámara la había fabricado su abuelo que había sido minutero antes que él naciera, se la había heredado a su padre y su padre a él junto con el lugar “ya acreditado”. Deduje que la cámara-laboratorio era sólo el escaparate y le pregunté el por que del desuso, me dijo:
—ya no hay papel y si lo hay está muy caro y no es de la calidad que necesitamos—
Y eso fue todo lo que indagué del último minutero (original) de San Luis, ahora los minuteros usan cámaras polaroid o digitales, siguen explotando el folklore, en modestos locales y ferias de todos tamaños.
4 comentarios:
¡Pues qué modernos! jajaja, pero muy interesante este escrito. Saludos
Estimado Adrian:
Me gustó mucho la primera foto de este texto, el fotógrafo en plaza oriente, ¿sabes cómo podría conseguir los datos completos de la foto?¿Está en algún archivo?
Mil gracias,
Saludos cordiales
Susana
Geracias Leija.
Apreciable Susana lamentablemente durante mucho tiempo fui juntando material de aquí y de allá sin tomar la precaución de anotar datos y llegó el momento en que ni siquiera recuerdo donde recogí esas fotos. trataré de hacer una retrospectiva para proceder como se debe e informar lo conducente
A mi me encantan las fotografías antiguas, tengo varias de la familia de mi madre que guardó mi abuela, las más antiguas son de 1880.
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