





Desde finales del mes de Julio de este año estuvo circulando un correo electrónico señalando que el 27 de Agosto se podrían ver dos lunas, porque Marte se acercaría tanto a la tierra que parecería una luna adicional y que este acontecimiento no lo volveríamos a ver ningún ser vivo de ahora pues de volver a suceder pasarían muchísimos años.
Los noticieros no dieron cuenta de ello, ni antes ni después del 27 de agosto, por mi parte, crédulo como soy estuve a la expectativa y justo la noche del 27 al 28 el cielo potosino se nubló y me quedé con la duda de “si habrá sucedido”, yo creo que no porque nadie dijo nada después, pero si me hizo recordar aquel eclipse total de sol que sería observado en todo su esplendor o negrura sería mejor dicho, el 30 de mayo de 1984 justamente aquí en San Luis Potosí. Era gobernador de San Luis Carlos Jonguitud Barrios, ya contábamos con el Parque Tangamanga y era justo el lugar donde se darían cita un sinnúmero de científicos e investigadores en la materia para observar tan espectacular acontecimiento que tendría inicio alrededor de las 9 de la mañana.
El Profesor Jonguitud encargó a una empresa la elaboración de cientos, quizás miles de emparedados para dar o vender a los asistentes al parque Tangamanga, las clases se suspendieron para evitar riesgos y algunas personas organizaron con sus familiares, desayunos en algún lugar estratégico donde se pudiera observar el tan esperado eclipse, tal fue el caso del Sr. Francisco Loredo, Propietario del Centro Potosino de Convenciones, que invitó a familiares y amigos a observar el eclipse desde la hermosa terraza del centro de convenciones (Benigno Arriaga 610)
Previo al eclipse la gente hablaba y expresaba sus miedos y supersticiones, los científicos enseñaban, por televisión se daban instrucciones sobre la forma mas adecuada de observar el fenómeno sin poner en riesgo la vista y la venta de anteojos especiales para verlo no se dejó esperar, se agotaron los cristales oscuros de soldador, la gente se preparó con película fotográfica velada, en fin había una gran expectación y llegó el día amaneciendo con una nublazón que ni siquiera permitía ver donde se encontraba el sol, los científicos previsores que habían consultado el meteorológico cambiaron lugar a Matehuala o Aguascalientes y fue en Jalisco, (en Cuyutlan) donde mejor se pudo observar. Los potosinos de la capital nos quedamos con un palmo de narices; en el centro
de convenciones nos limitamos a disfrutar del desayuno, que durante unos segundos dio la sensación de ser cena pues simplemente se oscureció todo hasta llegar a una negrura de noche sin luna, el Parque Tangamanga estuvo prácticamente desierto, los emparedados se quedaron esperando comensales y Jonguitud expresó aquello de —Ni modo, el próximo lo organizamos mejor—
Para tal motivo y previo al acontecimiento, se había encargado una escultura representativa del eclipse, la que está colocada a espaldas del edificio de Seguridad, por el lado del eje vial y que hoy día se ve descuidada y cuyo significado se ha olvidado por muchos y se desconoce para otros. Este monumento tiene en su parte superior una flecha que señala el punto preciso donde estaría el sol al momento del fenómeno y en la parte inferior un reloj de sol que actualmente parece media rueda de carreta.
El caso es que entonces como ahora con esto del supuesto acercamiento de Marte y la vista de dos aparentes lunas, el cielo nos ha jugado a los potosinos, la gracia de nublarse inesperadamente, pero como dijo el profesor Jonguitud —Ni modo, la próxima la organizamos mejor.